viernes, 4 de septiembre de 2009
Para escribir una carta
Ay,
amor,
para escribir una carta,
dicen,
es preciso imaginarte enfrente
y hablar
y mirarte
como si pudiera recordar esos ojos,
como si pudiera recordarlos
cuando se fundían de amor.
Puedo intentar imaginar un deseo
y su sutil discurrir del ansia al ansia.
¿Valdrá la pena el esfuerzo,
digo,
el ritmo cursi de las palabras?
¿Qué malabarismos pruebo, qué sinónimos
para volver
a la joven timidez, a la simpleza,
y al estremecimiento sondeándome la espalda?
Para escribir una carta,
y si es de amor,
insisten,
tendré que olvidarme de las horas cortas,
y sentarte enfrente, como si pudiera,
y atravesar mi cuarto de retirada soledad,
y pisotear sin traumas cuanto recuerdo quede
hasta que la necesidad se disuelva en humo denso.
Y si hay que escribir tomo el teclado
Y si hay que escribirte entonces esa carta
Y si hay que mirarte y recordarte,
ay,
amor,
¿adónde encierro mi dolor y todos estos años?
Gracias por la carta!
Es triste y la escribí hace mucho, me gusta porque no tiene nada que ver conmigo.
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