la calle mendoza tenía sus adoquines gastados
y
si la lluvia caía incesantemente
siempre la mirada de la chica detrás de la ventana,
ahí fascinada, ella en su ventana
los ojos escurriendo por la piedra lisa
la piedra ondulada
la piedra filosa
ojos callados
en esos tiempos en que el dolor era una piedra que dolía
punzante
la calle mendoza también tenía sus adoquines para el juego reo
y complicidad para la hora de la siesta
y aromas de glicinas y una feria
efluvios horadando la piedra que ondulaba
ojos vivaces
en esos tiempos en que el dolor era una culpa que dolía
punzante como la piedra
y había también una ventana y la chica que perseveraba
la calle mendoza tenía sus adoquines resueltos
a no dejarla
continuar siendo anzuelo y encantarla
ser mordaza y a la vez atadura y candado
siempre la mirada de la chica detrás de la ventana,
ahí fascinada, ella en su ventana
los ojos escurriendo por la piedra lisa
la piedra ondulada
la piedra filosa
ojos callados
en esos tiempos en que el dolor era una piedra que dolía
punzante
la calle mendoza también tenía sus adoquines para el juego reo
y complicidad para la hora de la siesta
y aromas de glicinas y una feria
efluvios horadando la piedra que ondulaba
ojos vivaces
en esos tiempos en que el dolor era una culpa que dolía
punzante como la piedra
y había también una ventana y la chica que perseveraba
la calle mendoza tenía sus adoquines resueltos
a no dejarla
continuar siendo anzuelo y encantarla
ser mordaza y a la vez atadura y candado
boca de tormenta de sueños y piedades
no sólo ser piedra que es piedra y no remanso
cada vez que los mirara
pero toda piedra es piedra y una calle, calle
y nada
y por debajo,
a los adoquines sólo les resta ser playa…
no sólo ser piedra que es piedra y no remanso
cada vez que los mirara
pero toda piedra es piedra y una calle, calle
y nada
y por debajo,
a los adoquines sólo les resta ser playa…
Escrita a partir de la propuesta sesentiochista de Javi, gracias!!
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