pero cuando el mío se sale de la vaina
es tan bravucón y desconfiado.
Hace berrinches en lugares que no quiero,
con sus ojos me lleva de la mano
y me gasta la tarjeta donde él sabe.
Burla a mis vecinos y se enoja,
patalea frente al árbol ya podado,
escupe en los canteros y me pisa
la triste expresión de las palabras.
Nunca se duerme mi enano y gimotea,
blasfema y desafía con sarcasmo,
¡qué suerte que solo sea un niño
mi niño interior!
Y apenas se distrae
poder volverlo de un bollo adonde cabe.
Gracias Fabiana por ojos y expresión