sábado, 29 de agosto de 2015
Manzana
La conciencia, sumisa, sumó sus leyes;
fue supremo abordaje y confianza fértil,
tejiendo en la tela de ecuaciones y márgenes
o solo en lamentos de la materia inerte.
No resultaron el fuego ni los elementos mágicos:
el hielo infrecuente regó corazones.
Ser racional no desempañó sus esmeros.
Ser esencial no develó sus aciertos.
Con su método y sus búsquedas nos definió a todos:
lo que era nada resultó lo que es hoy y lo de siempre.
No encontró la paz en el centro mismo de tanta metáfora,
pero lo encontró la duda con sus filosas huestes.
El martirio, la sed y la ciencia
son preguntas, luces, sombras y son zonas
para reconocer orillas y perderse en ellas.
La razón es amiga de lo humano,
lo genial, pura chispa de lo eterno.
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