Cuando jugaba en tu casa
éramos chicas y me parecías inmensa,
y ahora, en una foto que te eterniza,
estás siempre adolescente y sos infinita.
Tarde de sol en la exEsma,
una nena pequeñita
-una ternurita despierta y juguetona-
salta alegre sobre el césped,
mece tu rostro en un cartel que le cuelga del cuello
y señala riendo con dedito travieso
tu risa en la pared.
Quise mostrarles a mis hijos cómo te dejaron eterna para siempre,
la misma en mi memoria, en esa pared y en el retrato que hamacaba una
nena,
pero no pude.
Tu vida tan despierta todavía, en la sonrisa de una nena,
tu sangre
venciendo a la muerte.
L. V., in memoriam